Se han revolucionado los medios de comunicación, los que son digitales y los que no, con el cierre de Google News. La opinión de estos medios pasa por todo el espectro, desde el ‘esto es lo que hay’ que indicaba El Telediario de TVE, el ‘no se muy bien donde nos hemos metido’ de los miembros del AEDE, la Asociación de Editores de Diarios Españoles que ha levantado la liebre, o la versión más neutra y menos internet del El País, que colocaba la noticia en su sección de Política y no en su sección de Tecnología.
Todo viene por la aprobación de la Ley de Propiedad Intelectual que obliga a pagar a los creadores de la información un impuesto por indexar y distribuir dicha información. Hay ciertos detalles de la ley que muestran que su intención última no es regulatoria (poner orden donde no lo hay para que los participantes esten todos contentos y con reglas de juego claras y estables), sino meramente recaudatoria (meter la mano en unos bolsillos para poder llenar otros). Un detalle es que no deja al creador de información renunciar a la cuota que le corresponde cuando otro medio le indexa. Sin pensar mal me imagino por donde van los tiros; el creador de información puede no querer cobrar, pero la sociedad que gestione el impuesto seguro que no renuncia a ello. ¿Adivinas donde se quedará el dinero? Seguro que en tu bolsillo no.
Yo no estoy de acuerdo con esta ley chapucera que enfada a todos y no beneficia a (casi) nadie, pero tampoco estoy de acuerdo con la idea del ‘todo vale en internet’ cuando se trata de reunir, relacionar, referenciar o linkar información (pon el término que quieras). Voy a mencionar tres puntos que merecen una reflexión en todo esto.
Reflexión número 1: Quién crea un producto tiene derecho a cobrar por él.
En el mundo real, el de las cosas, nadie se plantea realmente esto y se da por sentado.
Si la Sastrería Martínez hace trajes en un local de la Calle del Pí, 25, todo el mundo entiende que cobre por sus trajes. Si un día aparece el señor Manoolo en la calle, que para a los viandantes y les dice: “Oiga, si quiere hacerse un traje visite la Sastrería Martínez que está aquí mismo” todo el mundo entendería que la Sastrería Martínez pagase a esta persona una cuota, ya que esta persona hace aumentar las ventas, y por tanto ganar más dinero al sastre. Si cambiamos la Sastrería Martínez por El País y al señor Manoolo de la calle por Google, ¿porqué nadie cree que El País debería de pagar a Google por indexar el contenido y guiar a los viandantes-internautas? Pues sencillamente porque el señor Manoolo ya gana dinero sólo enseñando trajes. Como enseña unos trajes bonitos, están todos bien ordenaditos y pasa mucha gente a verlos, el señor Manoolo se ha puesto un poco de publicidad en la camisa y ya recibe su comisión, no del sastre, sino de otros negocios de la zona.
Es en este momento cuando el sastre se enfada y pide al señor Manoolo que le pague a él una parte de su comisión, porque él hace el producto que le hace ganar dinero. En eso estamos ahora.
Visto así, puede que al señor Manoolo le interese no enfadarse y pagar algo al sastre, ¿no?. Desde luego al sastre le interesa que el señor Manoolo siga trabajando.
Reflexión número 2: Hay agregadores que sólo listan y agregadores que aportan valor.
En el mundo real, el de las cosas, siempre ha habido agregadores de información, y negocio asociado a ellos. Parece que con la información en bits no valgan los negocios de antes… ¿o si?.
Imagina que en el mundo de ahora vas a buscar información, por ejemplo al puesto de periódicos. Antes de llegar al puesto de la esquina el señor Manoolo, que estaba por allí, te dice que él te regala un periódico, que no necesitas comprar ninguno. Suena bien, a fin de cuentas el regalo tiene fotocopias de las noticias que ibas a comprar de todas formas, pero te ha salido gratis.
Este periódico de regalo es Google News. Visto así, parece lógico que el señor Manoolo pague a los editores de los periódicos que hacen el trabajo, ¿no?. A fín de cuentas él sigue cobrando por la publicidad de su camisa.
Pero hay más. Imagina que vas de nuevo a la caza de información a tu puesto de periódicos y al llegar el señor Manoolo te dice que él te regala un periódico, Al ojearlo ves que el regalo es una lista de referencias a noticias que vas a encontrar en los diarios, agrupadas por temas de interés o países o lo que se te ocurra, comentadas por expertos en cada tema, que aportan opinión y diferentes puntos de vista sobre la noticia en sí.
Este periódico de regalo no es Google News, pero visto así parece lógico incluso pagarle al señor Manoolo, y no al revés, por este diario-agregado que me da más información. Un agregador así podría ser la Guia Michelín, por ejemplo, que aporta valor, comenta, opina sobre la referencia (el restaurante) que contiene.
Reflexión número 3: Esto va para el que quiere cobrar: si quieres hacer pagar a Google, primero debes de atraparlo.
La pobre Sastrería Martínez no levanta cabeza desde que le han subido los impuestos; paga más por la luz, el gas, el alquiler del local… A fin de cuentas, la Agencia Tributaria le tiene perfectamente localizado, Calle de Pí, 25. El señor Manoolo sin embargo vive tan ricamente. Su negocio sigue funcionando bien, cada vez mejor, pero no paga ni luz, ni gas, ni alquiler. No paga por la calle que pisa, ni por la luz de las farolas ni por los bancos de la calle donde se sienta. Porque el señor Manoolo cuando cobra, desaparece con el dinero y nadie sabe donde va. Este año, después de varios trabajando en la calle, ha contado que ganaba un poco de dinero. Qué casualidad, como Google, que este año parece que ya ha ganado un poquito después de varios años de pérdidas.
Visto así, parece que habría que encontrar una fórmula para que el señor Manoolo cumpla con su obligación tributaria, ¿no?. Desde luego, no esta chapuza de ley.
Y me pregunto yo, ¿si el señor Manoolo apenas gana dinero, porqué se mete la Sastrería Martínez en este berenjenal? Pues porque el señor Manoolo que vive en la calle es millonario y la gente cada vez va menos al sastre, y tanto una cosa como la otra nos han pillado por sorpresa.
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